27 de octubre de 2012

Y ese día llegó. Excursión por las Whitsundays.

Hola a tod@s los que todavía siguen por ahí al otro lado y gracias, porque la verdad es que después de tanto tiempo sin escribir nada no me extrañaría que hubierais desaparecido.  

Aquí estoy dispuesta a seguir contando, de una vez, todo lo que todavía queda por contar que es mucho. No soy muy amiga de las entradas largas, que a veces resultan interminables, pero no me queda otro remedio. Espero que aguantéis hasta el final. Si lo hacéis, os merecéis un premio.

Al lío. Si te preguntara cuáles son las primeras imágenes de paisajes o de lugares que te vienen a la cabeza cuando piensas en Australia ¿qué dirías?

Para mí sin ninguna duda:

1- La Gran Barrera de Coral, en concreto la playa de Whitehaven Beach en las islas Whitsundays
2- La Ópera de Sydney
3- Fraser Island
4- Y el Uluru o roca sagrada en Ayers Rock

De izq. a dcha. y de arriba a abajo: Whitehaven, Ópera, Fraser y Uluru, from Google images

Se me ocurre alguna más, pero principalmente diría esas.


Y es que finalmente, después de visitas a islas que no teníamos en los planes, después de visitas a distintas ciudades y de conocer ya diferentes tipos de paisajes, fauna y flora australianas, llegó por fin el día de Whitsundays, donde se encuentra la playa que siempre tuvo la culpa de que quisiera ir hasta el culo del mundo, la de Whitehaven Beach.


Pero antes de seguir... empezaré primero por donde lo dejamos.

11 de marzo de 2012

Una vez en Townsville, y después de pasar el par de días en Magnetic, cogimos por la tarde el autobús hacia Arlie Beach. Hasta que llegó la hora de salida, aprovechamos para visitar esta ciudad. 

Paseo por la bahía, 
comida en uno de sus jardines, 
Townsville
paseo por el parque y monumento que recuerdan a los caídos en la II Guerra Mundial y de vuelta a la estación.






      Llegamos ya de noche, sobre las 12, a nuestro YHA hostel en Arlie. Recogimos las llaves que nos habían dejado en una caja fuerte, ya que a la hora a la que llegábamos la recepción estaría cerrada, y nos fuimos directos a dormir.

Al día siguiente tocaba ir hasta Abel Point Marina en el puerto de Arlie Beach y quedar con la empresa que preparaba la excursión por las Whitsundays. Como ya he comentado en algún post, el billete de autobús que incluye estas excursiones está pensado para que sin una fecha cerrada, puedas llegar al sitio desde donde sale dicha excursión y directamente cerrar con ellos el día que quieres hacerla.

Llegamos y enseguida reservamos nuestra plaza para el día siguiente. La chica que nos atendió nos trató muy bien y nos explicó qué incluía y lo que haríamos en los próximos días. Nos esperaban 3 días de crucero por toda la costa, visitando las Whitsundays y quedándonos en Long Island un par de días. Pero bueno, paso a paso.

Una vez hecha la reserva, ya solo nos quedaba conocer Arlie Beach que todavía no la conocíamos y comprar provisiones para los próximos 3 días. El primer día en barco lo incluía todo, bebida y comida, pero para la estancia en Long Island solamente estaba incluido el alojamiento.

Lo que quedaba de día lo dedicamos a descansar, a lavar algo de ropa y a pegarnos algún bañito en la piscina del hostel, que por cierto, lo recomiendo. Las habitaciones están muy bien, tienes tu propia terraza, está muy limpio y muy bien situado. Para más información pincha aquí
Por la tarde el tiempo cambió. De un sol radiante, a una lluvia tropical a la que ya estábamos acostumbrados. Me daba igual, que lloviera lo que tuviera que llover, solo esperaba que nuestra excursión del día siguiente no estuviera pasada por agua…

Nunca me ha gustado el sonido del despertador por la mañana, bueno y a quién le gusta, pero ese día de un solo salto salí de la cama. Lo primero que hice, asomarme a la ventana –No está lloviendo, ya es algo…-, y después, coger nuestras mochilas e ir a desayunar antes de que el autobús nos pasara a recoger en la misma puerta del hostel.

Llegamos a Marina Bay. Allí nos encontrábamos unas 30 personas algo “excitadas”, que mas que personas parecíamos perros antes de una exhibición, solo nos faltaba ladrar y un rabo que mover. Los equipajes se iban dividiendo en dos, los que ese mismo día al finalizar la excursión volverían a Arlie Beach, y los que como nosotros, pasarían los próximos dos días en Long Island.

¿No había otro color?

Nuestro catamarán se parecía a la vaca del anuncio de Milka. Bonico, lo que se dice bonico, no era. Pero era más grande, nuevo y cómodo que el de nuestra primera excursión por la Barrera de Coral.

Y empezamos nuestro viaje camino a las fotografiadas y archiconocidas Whitsundays. 

El sol brillaba, el agua estaba tranquila, y la tripulación nos iba explicando lo que nos íbamos cruzando, la ruta que seguiríamos y que estábamos teniendo mucha suerte por contar con un día como ese. El día anterior había sido todo lo contrario, lluvia y bastante oleaje. 

Ruta que seguimos. Daydream island, Hook island y Whitehaven Beach

Durante el trayecto, vino, cerveza, bebidas y aperitivos a “tutiplén”.

Y llegó el momento….”Vayan preparándose, pónganse el traje y las gafas que estamos llegando a nuestra primera parada”.

Fue sencillamente genial. El arrecife al que nos llevaron era 1000 veces mejor que el de nuestra primera excursión. Peces y corales de todos los colores. Agua clara, luz traspasándola sin dificultad. Vimos peces loro, peces cirujano, almejas gigantes, manadas de peces ángel, una raya e incluso una tortuga verde. En esos momentos era consciente de que estaba viviendo un momento único, que son ese tipo de cosas por las que merece la pena gastar, bueno yo diría invertir, tu dinero o tus ahorros. ¿Para qué otra cosa si no?

Con un subidón impresionante y una vez de vuelta en el barco, fuimos comentando lo que habíamos visto y la suerte que estábamos teniendo de contar con un día así. Mientras, la tripulación ya estaba preparando la barbacoa: carne a la brasa, pescado y ensaladas. Todo buenísimo.

El viaje continuaba y ya nos íbamos acercando finalmente a la playa. Todavía estábamos lo bastante lejos como para ver algo claro, pero el reflejo del sol sobre la arena tan blanca le hacían fácilmente reconocible. Whitehaven Beach se estaba presentando.


El barco echó el ancla y nos volvimos a subir a la lancha en grupos de 8 para llegar hasta la playa. 




La arena es tan blanca, tan fina y brillante, que consigue que sea difícil no cerrar los ojos por el reflejo. En un día con sol las gafas se hacen casi imprescindibles. 



Esto se debe a que la arena es casi puro sílice, su composición es en 99.98% cuarzo. Y como dato curioso es que durante la década de 1960 se importaba a Japón para la fabricación de productos de cristal de calidad. Ahora, afortunadamente, junto con el resto de la isla, está dentro de un parque nacional protegido.


Brilla tanto que en todas las fotos que nos hicimos manteníamos los ojos cerrados para abrirlos solo en el momento justo. A veces funcionaba y otras no, así que las repetíamos un montón de veces. 






Parecemos familia directa de El Cordobés…  -ía..cordobés…- . Nuestros ojos parecen dos rajas en un tomate.

Hubo gente que se puso a jugar con una pelota, otra se pasó todo el rato en el agua. Nosotros simplemente nos dedicamos a pasear por la playa, a dejarnos acariciar por el sol y a tumbarnos en la arena.  



Y yo, con los ojos cerrados, notaba como el sol intentaba pasar a través de mis párpados. Y en ese intento, conseguía que aquel lugar, que aquel instante, se quedara grabado en mi memoria para siempre. Cursi, pero cierto.

Whitehaven Beach


Próxima entrada: 
Long Island.


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2 comentarios:

  1. Aquí andamos, no pienses que no estamos esperando para ver que nos cuentas :D :D

    Menuda pasada de paisajes, menudas playas mas apetecibles jeje

    Saludotes!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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