Hola a
tod@s los que todavía siguen por ahí al otro lado y gracias, porque la verdad
es que después de tanto tiempo sin escribir nada no me extrañaría que hubierais
desaparecido.
Aquí estoy dispuesta a seguir contando, de una vez, todo lo que todavía queda por contar que es mucho. No soy muy amiga de las entradas largas, que a veces resultan interminables, pero no me queda otro remedio. Espero que aguantéis hasta el final. Si lo hacéis, os merecéis un premio.
Al lío. Si te preguntara cuáles son las primeras imágenes de paisajes o de lugares que te vienen a la cabeza cuando piensas en Australia ¿qué dirías?
Para mí sin ninguna duda:
1- La Gran Barrera de Coral, en concreto la playa de Whitehaven Beach en las islas Whitsundays
2- La Ópera de Sydney
3- Fraser Island
4- Y el Uluru o roca sagrada en Ayers Rock
De izq. a dcha. y de arriba a abajo: Whitehaven, Ópera, Fraser y Uluru, from Google images |
Se me ocurre alguna más, pero principalmente diría esas.
Y es
que finalmente, después de visitas a islas que no teníamos en los planes,
después de visitas a distintas ciudades y de conocer ya diferentes tipos de
paisajes, fauna y flora australianas, llegó por fin el día de Whitsundays, donde se encuentra la playa que siempre tuvo la culpa de que quisiera ir hasta el culo del mundo, la de Whitehaven Beach.
Pero antes de seguir... empezaré primero por donde lo dejamos.
11 de marzo de
2012
Una vez
en Townsville, y después de pasar el par de días en Magnetic, cogimos por la
tarde el autobús hacia Arlie Beach. Hasta que llegó la hora de salida,
aprovechamos para visitar esta ciudad.
Paseo por la bahía,
comida en uno de sus
jardines,
Townsville |
paseo por el parque y monumento que recuerdan a los caídos en la II
Guerra Mundial y de vuelta a la estación.
Al día
siguiente tocaba ir hasta Abel Point Marina en el puerto de Arlie Beach y quedar con la
empresa que preparaba la excursión por las Whitsundays. Como ya he comentado
en algún post, el billete de autobús que incluye estas excursiones está pensado
para que sin una fecha cerrada, puedas llegar al sitio desde donde sale dicha
excursión y directamente cerrar con ellos el día que quieres hacerla.
Llegamos
y enseguida reservamos nuestra plaza para el día siguiente. La chica que nos
atendió nos trató muy bien y nos explicó qué incluía y lo que haríamos en los
próximos días. Nos esperaban 3 días de crucero por toda la costa, visitando las
Whitsundays y quedándonos en Long Island un par de días. Pero bueno, paso a
paso.
Una vez
hecha la reserva, ya solo nos quedaba conocer Arlie Beach que todavía no la
conocíamos y comprar provisiones para los próximos 3 días. El primer día en
barco lo incluía todo, bebida y comida, pero para la estancia en
Long Island solamente estaba incluido el alojamiento.
Lo que
quedaba de día lo dedicamos a descansar, a lavar algo de ropa y a pegarnos
algún bañito en la piscina del hostel, que por cierto, lo recomiendo. Las
habitaciones están muy bien, tienes tu propia terraza, está muy limpio y muy
bien situado. Para más información pincha aquí.
Por la
tarde el tiempo cambió. De un sol radiante, a una lluvia tropical a la que ya
estábamos acostumbrados. Me daba igual, que lloviera lo que tuviera que llover,
solo esperaba que nuestra excursión del día siguiente no estuviera pasada por
agua…
Nunca
me ha gustado el sonido del despertador por la mañana, bueno y a quién le
gusta, pero ese día de un solo salto salí de la cama. Lo primero que hice,
asomarme a la ventana –No está lloviendo,
ya es algo…-, y después, coger nuestras mochilas e ir a desayunar antes de
que el autobús nos pasara a recoger en la misma puerta del hostel.
Llegamos
a Marina Bay. Allí nos encontrábamos unas 30 personas algo “excitadas”, que mas
que personas parecíamos perros antes de una exhibición, solo nos faltaba ladrar
y un rabo que mover. Los equipajes se
iban dividiendo en dos, los que ese mismo día al finalizar la excursión
volverían a Arlie Beach, y los que como nosotros, pasarían los próximos
dos días en Long Island.
¿No había otro color? |
Nuestro
catamarán se parecía a la vaca del anuncio de Milka. Bonico, lo que se dice
bonico, no era. Pero era más grande, nuevo y cómodo que el de
nuestra primera excursión por la Barrera de Coral.
Y
empezamos nuestro viaje camino a las fotografiadas y archiconocidas Whitsundays.
El sol brillaba, el agua estaba tranquila, y la tripulación nos iba explicando
lo que nos íbamos cruzando, la ruta que seguiríamos y que estábamos teniendo mucha suerte
por contar con un día como ese. El día anterior había sido todo lo contrario, lluvia y bastante oleaje.
Ruta que seguimos. Daydream island, Hook island y Whitehaven Beach |
Durante el trayecto, vino, cerveza, bebidas y
aperitivos a “tutiplén”.
Y llegó
el momento….”Vayan preparándose, pónganse el traje y las gafas que estamos
llegando a nuestra primera parada”.
Fue
sencillamente genial. El arrecife al que nos llevaron era 1000 veces mejor que
el de nuestra primera excursión. Peces y corales de todos los colores. Agua clara, luz traspasándola sin dificultad. Vimos peces loro, peces cirujano, almejas gigantes, manadas de peces ángel, una raya e incluso una tortuga verde. En esos momentos era consciente de que estaba viviendo un momento único, que son ese tipo de cosas
por las que merece la pena gastar, bueno
yo diría invertir, tu dinero o tus ahorros. ¿Para qué otra cosa si no?
Con un
subidón impresionante y una vez de vuelta en el barco, fuimos comentando lo que habíamos visto y la suerte que
estábamos teniendo de contar con un día así. Mientras, la tripulación ya estaba
preparando la barbacoa: carne a la brasa, pescado y ensaladas. Todo buenísimo.
El viaje continuaba y ya nos íbamos acercando finalmente a la playa.
Todavía estábamos lo bastante lejos como para ver algo claro, pero el reflejo del sol
sobre la arena tan blanca le hacían fácilmente reconocible. Whitehaven Beach se estaba presentando.
El
barco echó el ancla y nos volvimos a subir a la lancha en grupos de 8 para
llegar hasta la playa.
La arena es tan blanca, tan fina y brillante, que consigue que sea difícil no cerrar los ojos por el reflejo. En un día con sol las gafas se
hacen casi imprescindibles.
Brilla tanto que en todas las fotos que nos
hicimos manteníamos los ojos cerrados para abrirlos solo en el momento justo. A veces funcionaba y otras no, así que las repetíamos un montón de veces.
Parecemos
familia directa de El Cordobés… -ía..cordobés…- . Nuestros ojos parecen
dos rajas en un tomate.
Hubo
gente que se puso a jugar con una pelota, otra se pasó todo el rato en el agua.
Nosotros simplemente nos dedicamos a pasear por la playa, a dejarnos acariciar
por el sol y a tumbarnos en la arena.
Y yo, con los ojos cerrados, notaba como el sol intentaba pasar a través de mis párpados. Y en ese intento, conseguía
que aquel lugar, que aquel instante, se quedara grabado en mi memoria para siempre. Cursi, pero cierto.
Whitehaven Beach |
Próxima entrada:
Long Island.
Aquí andamos, no pienses que no estamos esperando para ver que nos cuentas :D :D
ResponderEliminarMenuda pasada de paisajes, menudas playas mas apetecibles jeje
Saludotes!
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