El catamarán nos dejó en un pequeño
embarcadero a medio camino, en Hamilton Island (2 en la foto), desde donde los ferrys suelen
recoger a los pasajeros que van hacia Long Island. Llegamos a la isla y
montados en carritos de golf nos llevaron hasta la recepción del Long Island Resort. Durante el trayecto, que no
duró más de 5 minutos, pudimos ver algunos de los apartamentos y bungalows, y todos nos
preguntábamos cuál sería el nuestro.
Llegamos
a recepción y todos nos registramos. Nos dijeron dónde nos alojaríamos y la
mujer de recepción nos acompañó hasta allí. Por el camino no vimos a nadie más
aparte de todos nosotros, la lluvia que había caído hacía que la gente no
quisiera salir a la piscina o al jardín, pensé.
Y llegamos
a nuestras habitaciones. Una zona “especial” en exclusiva para todos nosotros, entiéndase,
para mochileros que no van con la idea de gastar mucho dinero durante su estancia en el resort. Era un barracón
con habitaciones de 4 camas, donde había una pequeña cocina con un par de sofás y un televisor, un cuarto de baño para hombres y otro para mujeres, con duchas.
La
habitación no estaba mal, sencilla, pero al menos teníamos una para nosotros solos. Pero la
cocina estaba bastante abandonada, no había mucho con lo que poder cocinar y me
refiero a que no había ni siquiera un hornillo para poder hacer fuego. Al menos había un microondas, platos, una sartén, un cazo y un frigorífico. Así que nosotros
que habíamos traído de todo para pasar los próximos días, intentamos adaptarnos
como pudimos.
Había
también una zona para hacer barbacoas y pensamos que allí podríamos hacer de
comer y cenar. Parecía como si llevara mucho tiempo sin usarse, como que intentaban que no fuera muy fácil lo de cocinar ni
preparar nada para que así te pasaras por el restaurante del hotel. Pero os podéis
imaginar los precios, una hamburguesa con patatas no bajaba de los 25 dólares. Como nosotros ya teníamos de todo, teníamos hasta nuestra cerveza fría, ;D nos las arreglamos y no fuimos ningún día al restaurante. A algunos de nuestros compañeros no les quedó más remedio.
El tiempo no fue como hubiéramos deseado, el sol no se dejaba ver y la lluvia era intermitente durante todo el día, pero a pesar
de todo estuvo muy bien. El hotel tenía jacuzzi y ese fue nuestro
lugar preferido para pasar las tardes, aunque estuviera lloviendo, estar dentro
con el agua caliente y las burbujas relajaba a cualquiera. Allí en el jacuzzi
conocimos a otra chica israelí y un chico de Melbourne de origen chino.
Fue una pena no poder bañarnos en la playa, aunque lo mismo hasta tuvimos suerte porque una pareja que estaba de luna de miel, mientras estaba buceando (con su traje de neopreno por supuesto... qué remedio), salió del agua diciendo que a la chica le había picado una medusa en el pie.
Tuvo muy mala suerte, es la única parte del cuerpo junto con las manos que no está cubierta por el traje. El enfermero del hotel enseguida estuvo con ella
y le dijo que tendría que irse a un hospital a que le trataran porque allí en
el hotel no podían darle el tratamiento adecuado y era peligroso. Una faena.
Que te pique una medusa que puede llegar a ser mortal, en tu luna de miel, en
una isla en medio del Pacífico.
También
exploramos un poco los alrededores, ya que esta isla está en medio de un parque
nacional, pero las lluvias habían dejado algunas zonas demasiado embarradas y
difíciles para cruzar andando así que nuestras excursiones no duraban más de 30 minutos. Pero
no hacía falta adentrarse mucho, los Wild Turkeys y los Ualabíes o Wallabys campan a sus
anchas por todos lados, además de murciélagos y diferentes aves.
Ualabí (Wallaby en inglés) y su cría |
Cuando
me dedicaba a explorar el resto de las instalaciones o del terreno que tiene
este resort y rodeada de árboles, plantas, ualabíes, pavos, hormigas de un
tipo que no había visto nunca y escuchando los sonidos que salían de dentro del
bosque, me parecía que estuviéramos en la isla de Perdidos. Un grupo de gente,
de diferentes países, japoneses, americanos, alemanes, israelíes.. pasando
juntos unos días en una isla que parecía desierta e intentando apañarnos como
podíamos en nuestro “barracón”. Jeje.
Así nos
pasamos los dos días, descansando, leyendo, conociendo un poco los alrededores
y pasando por el jacuzzi siempre que nos apetecía, que gracias a que no había
casi nadie el 90% de las veces que íbamos estaba vacío.
Otra
experiencia más que pasaba a formar parte de nuestro viaje por territorio
australiano.
Esas fotos de canguros me roban totalmente el corazón, menudo ambiente mas paradisíaco, me encanta :D
ResponderEliminarSaludotes!!!
Muchas gracias por tu comentario José Carlos!! El lugar era totalmente paradisíaco y además estábamos casi nosotros solos... fue una experiencia diferente a lo que habíamos hecho hasta ese momento. Igual que el poder estar y ver a estos animales con tanta facilidad... son tan bonicos ^_^ Un saludo!
EliminarMe encantan las fotos de los animales, tuvo que ser una gran experiencia... Una lástima que no os acompañara el tiempo para disfrutar también de la playa :(
ResponderEliminarPor cierto, ¿25 doláres una hamburguesa con patatas?Qué llevaba, ¿carne de kobe?jaja.
Jajaja... ya te digo, por lo menos de kobe!! Nosotros íbamos ya avisados por la chica que nos vendió los billetes de autobús, que había estado allí antes y sabía cómo se aprovechan y abusan con los precios. Menos mal que nosotros llevábamos de todo!! ;D
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