28 de noviembre de 2012

Long Island. De isla en isla.

Atrás dejábamos Whitehaven Beach, y subidos en el barco nos dirigíamos a nuestra próxima isla, Long Island. En esta isla pasaríamos los próximos dos días, junto con una pareja japonesa, dos chicos y una chica alemanes, una chica estadounidense, una mujer escocesa y un chico francés. Ninguno de ellos pasaba de los 30 años, exceptuando la mujer escocesa (y nosotros).


El catamarán nos dejó en un pequeño embarcadero a medio camino, en Hamilton Island (2 en la foto), desde donde los ferrys suelen recoger a los pasajeros que van hacia Long Island. Llegamos a la isla y montados en carritos de golf nos llevaron hasta la recepción del Long Island Resort. Durante el trayecto, que no duró más de 5 minutos, pudimos ver algunos de los apartamentos y bungalows, y todos nos preguntábamos cuál sería el nuestro. 

Llegamos a recepción y todos nos registramos. Nos dijeron dónde nos alojaríamos y la mujer de recepción nos acompañó hasta allí. Por el camino no vimos a nadie más aparte de todos nosotros, la lluvia que había caído hacía que la gente no quisiera salir a la piscina o al jardín, pensé.

Y llegamos a nuestras habitaciones. Una zona “especial” en exclusiva para todos nosotros, entiéndase, para mochileros que no van con la idea de gastar mucho dinero durante su estancia en el resort. Era un barracón con habitaciones de 4 camas, donde había una pequeña cocina con un par de sofás y un televisor, un cuarto de baño para hombres y otro para mujeres, con duchas.

La habitación no estaba mal, sencilla, pero al menos teníamos una para nosotros solos. Pero la cocina estaba bastante abandonada, no había mucho con lo que poder cocinar y me refiero a que no había ni siquiera un hornillo para poder hacer fuego. Al menos había un microondas, platos, una sartén, un cazo y un frigorífico. Así que nosotros que habíamos traído de todo para pasar los próximos días, intentamos adaptarnos como pudimos.




Había también una zona para hacer barbacoas y pensamos que allí podríamos hacer de comer y cenar. Parecía como si llevara mucho tiempo sin usarse, como que intentaban que no fuera muy fácil lo de cocinar ni preparar nada para que así te pasaras por el restaurante del hotel. Pero os podéis imaginar los precios, una hamburguesa con patatas no bajaba de los 25 dólares. Como nosotros ya teníamos de todo, teníamos hasta nuestra cerveza fría, ;D nos las arreglamos y no fuimos ningún día al restaurante. A algunos de nuestros compañeros no les quedó más remedio.

El tiempo no fue como hubiéramos deseado, el sol no se dejaba ver y la lluvia era intermitente durante todo el día, pero a pesar de todo estuvo muy bien. El hotel tenía jacuzzi y ese fue nuestro lugar preferido para pasar las tardes, aunque estuviera lloviendo, estar dentro con el agua caliente y las burbujas relajaba a cualquiera. Allí en el jacuzzi conocimos a otra chica israelí y un chico de Melbourne de origen chino. 

Fue una pena no poder bañarnos en la playa, aunque lo mismo hasta tuvimos suerte porque una pareja que estaba de luna de miel, mientras estaba buceando (con su traje de neopreno por supuesto... qué remedio), salió del agua diciendo que a la chica le había picado una medusa en el pie.

Tuvo muy mala suerte, es la única parte del cuerpo junto con las manos que no está cubierta por el traje. El enfermero del hotel enseguida estuvo con ella y le dijo que tendría que irse a un hospital a que le trataran porque allí en el hotel no podían darle el tratamiento adecuado y era peligroso. Una faena. Que te pique una medusa que puede llegar a ser mortal, en tu luna de miel, en una isla en medio del Pacífico.

También exploramos un poco los alrededores, ya que esta isla está en medio de un parque nacional, pero las lluvias habían dejado algunas zonas demasiado embarradas y difíciles para cruzar andando así que nuestras excursiones no duraban más de 30 minutos. Pero no hacía falta adentrarse mucho, los Wild Turkeys y los Ualabíes o Wallabys campan a sus anchas por todos lados, además de murciélagos y diferentes aves.

Ualabí (Wallaby en inglés) y su cría



Cuando me dedicaba a explorar el resto de las instalaciones o del terreno que tiene este resort y rodeada de árboles, plantas, ualabíes, pavos, hormigas de un tipo que no había visto nunca y escuchando los sonidos que salían de dentro del bosque, me parecía que estuviéramos en la isla de Perdidos. Un grupo de gente, de diferentes países, japoneses, americanos, alemanes, israelíes.. pasando juntos unos días en una isla que parecía desierta e intentando apañarnos como podíamos en nuestro “barracón”. Jeje.




Así nos pasamos los dos días, descansando, leyendo, conociendo un poco los alrededores y pasando por el jacuzzi siempre que nos apetecía, que gracias a que no había casi nadie el 90% de las veces que íbamos estaba vacío.

Otra experiencia más que pasaba a formar parte de nuestro viaje por territorio australiano.



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4 comentarios:

  1. Esas fotos de canguros me roban totalmente el corazón, menudo ambiente mas paradisíaco, me encanta :D

    Saludotes!!!

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    1. Muchas gracias por tu comentario José Carlos!! El lugar era totalmente paradisíaco y además estábamos casi nosotros solos... fue una experiencia diferente a lo que habíamos hecho hasta ese momento. Igual que el poder estar y ver a estos animales con tanta facilidad... son tan bonicos ^_^ Un saludo!

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  2. Me encantan las fotos de los animales, tuvo que ser una gran experiencia... Una lástima que no os acompañara el tiempo para disfrutar también de la playa :(

    Por cierto, ¿25 doláres una hamburguesa con patatas?Qué llevaba, ¿carne de kobe?jaja.

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    Respuestas
    1. Jajaja... ya te digo, por lo menos de kobe!! Nosotros íbamos ya avisados por la chica que nos vendió los billetes de autobús, que había estado allí antes y sabía cómo se aprovechan y abusan con los precios. Menos mal que nosotros llevábamos de todo!! ;D

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