18 de mayo de 2012

Bangkok III parte. El robobo de la jojoya

Queríamos ir a otra zona de la ciudad, por donde se encuentra el Standing Buda, en el templo de Wat Indrawiharn. Al salir del templo Wat Pho, en la puerta, intentamos negociar con varios conductores de tuk tuk el precio para que nos llevaran a esa zona, pero nos pedían demasiado. De repente, se nos acercó un hombre y como si él no tuviera nada que ver con el conductor o con los tuk tuk (aunque estaba claro que algo tenía que ver) nos dice con una sonrisa y muy educadamente que al ir chico y chica, siempre se aprovechan y piden más que si fuéramos, por ejemplo, dos chicos.

Nos pregunta dónde queremos ir y nos acaba consiguiendo un tuk-tuk por 40 bahts (cuando hasta ese momento no nos pedían menos de 100 bahts) que nos llevaba hasta el mismo Standing Buda y por el mismo precio también nos pararía en otro templo donde se podía ver al Buda negro (ni lo habíamos oído antes). Además nos informó de que entre el primer y segundo templo está una de las calles más conocidas de Bangkok por sus joyerías. Aceptamos porque era un muy buen precio y porque lo de las joyerías lo entendimos como algo que podíamos visitar a mitad de camino, pero no que fuera parte del trato.


La primera parada fue para ver al que llaman Buda negro. Lo cierto es que no nos impresionó demasiado. No dejaba de ser un buda pequeño y sin ningún encanto especial, y que no era negro.

Pero allí estábamos. nosotros y un hombre con rasgos asiáticos vestido occidentalmente, que en un principio pensamos que era otro simple turista más. Fue pasado un rato y después de una larga conversación, cuando entendimos que este hombre formaba parte del grupo.

Al igual que el que nos consiguió el tuk-tuk conocía al conductor, ellos dos sabían que allí estaría este señor, otro que participaba en la obra “Cómo intentar que los turistas pasen por las joyerías y no morir en el intento”, objetivo final de todo esta historia.

... y más

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...